Caso sobre ética laboral

Juan, un ingeniero que trabaja para un contratista aeroespacial, ha sido el director de control de calidad en un proyecto que desarrolla un sistema de control computarizado para un nuevo avión militar. Simulaciones anteriores del software para el sistema de control mostraban que, bajo ciertas condiciones, pueden llegar a producirse inestabilidades que causarían que el avión se estrellara. El software se arregló para eliminar los problemas específicos descubiertos por los tests. Después de hacer las reparaciones, el sistema pasó todos los test de simulación requeridos.

Juan, sin embargo, está convencido que esos problemas fueron síntoma de un defecto fundamental del diseño que sólo podía ser eliminado mediante un rediseño profundo del sistema. Cuando Juan expresó sus preocupaciones a sus superiores, ellos le aseguraron que los problemas habían sido resueltos, como mostraban los tests. De todas formas reevaluar y posiblemente rediseñar el sistema introduciría retrasos que causarían a la empresa no llegar a tiempo a la fecha de entrega especificada en el contrato, y eso sería muy costoso.

Ahora, hay una gran presión sobre Juan para terminar el sistema y permitir realizar el test de vuelo. Siempre se le ha insinuado que, si él persiste en retrasar el lanzamiento del sistema, la responsabilidad sería suya y se le entregaría a alguien más sumiso.

 

Lo que hace la situación tan difícil para Juan es que él debe elegir entre obligaciones contradictorias: lealtad a él mismo, familia, empresario, y superiores frente a la obligación de contar la verdad y proteger a los otros del peligro.

Analizando este caso, vemos que Juan hace frente a dos decisiones. Él puede terminar el avión, o retrasar su lanzamiento. Él puede hacer públicas sus objeciones o guardárselas para sí mismo. Si él termina, el público tendrá su avión y él mantendrá su trabajo. Si él se retrasa, él salvaguardará su propia estima, la compañía puede prevenir un desastre, y la nación recibirá un avión mejor cuando finalmente sea lanzado. Si él elige no oponerse públicamente, él habrá elegido la alternativa menos estresante, y una que, al menos a corto plazo, ayudará a su compañía a mantener su reputación. Una obediencia pública, sin embargo, proporcionará a la sociedad mejor información para tomar una decisión sobre la seguridad del avión.

Todas estas elecciones tienen su coste también. Si Juan termina el proyecto, él puede exponer al piloto a herir o perder su vida. Sin embargo, si él lo retrasa, la compañía no llegará a la fecha del contrato, y por tanto perderá el dinero que se esperaba para fabricar el avión. Obedecer públicamente dejará al piloto y al público ignorantes del riesgo que el avión puede tener, mientras que una objeción pública probablemente costará a Juan su trabajo y resultará una mala publicidad para la compañía. Quizás, si Juan lo hubiera previsto, ¿podría haber evitado del todo esta situación? Quizás él debería haber alzado su voz mucho antes, cuando el coste del rediseño del avión fuera mucho menor.




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