El 26 de Octubre de 1992, el Servicio de Ambulancias de Londres puso en marcha un nuevo sistema conocido como LASCAD, mal diseñado y sin haberse verificado lo suficientemente. Su introducción llevó a un masivo retraso en la asignación de ambulancias, lo que provocó un caos que se saldó con más de 30 muertos.
Los informáticos que desarrollaron este software cometieron el terrible error de ponerlo en marcha, sin pararse a contrastar la ejecución del sistema nuevo y la del ya existente. Para el desarrollo de este proyecto se eligió a una empresa con escasa experiencia y con programadores inexpertos, frente a la opción de otras empresas más consolidadas y acreditadas.
En este caso participan 2 actores: los informáticos que desarrollaron el software y los encargados de adjudicar el proyecto. Vamos a analizar sus acciones desde el punto de vista ético por separado.
Los encargados de adjudicar este proyecto, eligieron una empresa con experiencia escasa y programadores inexpertos, seguramente con el objetivo de abaratar costes. La lectura desde la visión de la ética es complicada, porque seguramente querían reducir costes para poder destinar más fondos a otras acciones relacionadas con la sanidad. Además, que nunca pensarían que podría ocurrir la fatalidad de que el software provocara 30 muertes. A posteriori es fácil afirmar que actuaron mal éticamente, pero a priori no podríamos realizar tal afirmación.
Por otro lado, están los informáticos que se encargaron del desarrollo del proyecto. Ellos no realizaron las suficientes pruebas que validasen el correcto funcionamiento del sistema. Si estas pruebas se hubieran realizado, posiblemente se hubieran detectado los errores y se hubieran evitado esa cantidad de fallecimientos. Por lo tanto, actuaron de forma no ética, además de que no cumplieron con sus responsabilidades laborales (al realizar software es altamente realizar pruebas).